El poeta dice sus versos.
A su rostro una sonrisa aflora,
detrás de esa sonrisa, le devora un dolor;
entonces, el poeta llora.
Las lágrimas siguen brotando
de lo más hondo del corazón.
Su musa se ha ido;
ya no riman sus versos,
el poeta se desespera y gime,
no tiene consuelo en su pesar.
¿Cómo podrá escribir ahora,
aquello que lleva adentro?
Cuántas veces, detrás de una sonrisa
o de una carcajada,
se esconde una pena grande,
una pena del alma.
Escribir ya no puede,
piensa en su musa ingrata
que así solo, lo obliga a partir.
Su luz de a poco se apaga;
el poeta calla, no tiene remedio,
sus ojos se cierran para siempre
sus versos… sus versos,
no se volverán a oír.
María Ofelia Arreaga
Este poema ha sido publicado en el #8 de la Revista Avda Los Escritores, editada en Chile, online.
No hay comentarios:
Publicar un comentario